Nuestra civilización sigue teniendo un tema pendiente; La educación. Una educación concebida como un proceso activo de desarrollo junto de pensamiento y la acción. Los estudiantes son protagonistas de sus propias vidas, de su propia educación.
La necesidad de actuar de forma inteligente y nuestra propia experiencia modera lo que somos. La duda se plantea ahora sobre el aprendizaje de eso valores. ¿Cómo puedo llegar a adquirir, a conocer, lo que vale? Y, sobre todo, ¿Cómo poder llevar a la práctica, a la vida real estos valores?
Esta obra huye de contenidos demasiados rígidos y reta a los jóvenes con situaciones de despertar su entusiasmo por un que hacer que solo está en sus propias manos. La sociedad necesita y demanda con urgencia jóvenes preparados para convivir, para ejercer la responsabilidad, la creatividad y la iniciativa suficiente para afrontar las múltiples y emocionantes incógnitas que la vida le va a ofrecer. (p.p. 143)
Nadie posee la verdad, pero todos tenemos nuestras propias creencias. ¿O no es así? En este mismo sentido, he leído en alguna parte que lo que distingue al hombre civilizado del bárbaro, del que se supone sin educación, es *advertir la validez relativa de las propias convicciones y defenderlas, sin embargo, con todas sus fuerzas*.
Richard Jananel Martínez Carrasco
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